Abajo un manto de niebla cubría tanto el valle de Lemos como todo el recorrido del Sil y del Miño.
Los Cañones del Sil no estaban visibles. Ni Ourense, ni Maceda... Todo niebla. Menos mal, nosotros bañados por el agradable sol que compensaba los bajo cero que daban las temperaturas.
La subida, fácil, constante, ya conocida la fuimos tomando con calma y al son del zumbido de las aspas de los molinos (zuuuum, zuuuum....).
Así fuimos llegando hasta el alto del Meda. Este año el grueso del grupo dejamos A Virxe do Monte a nuestra derecha. Pero para no faltar a las buenas costumbres, visitaron la ermita Antón, Servando y Rogelio. El viento comenzó a hacer su aparición y los molinos aumentaban su ritmo. El frío calaba más. Así que decidimos bajar rápido. Ni fotos hicimos en el alto. ¿O sería el cabrito que nos aguardaba lo que nos dio el impulso de bajar "a fume de carozo"? El caso es que así lo hicimos y nos dirigimos al Pabellón de deportes para darnos una buena ducha... y a dar cuenta de las viandas: Primero la cervecita. ¡Como no!. Luego ya el pulpo, la rica empanada de congreo que Puri nos preparó y ya el cabrito...