Aquí ya entramos en el llamado Camino de Invierno. Salimos del hotel y vamos, luego de cruzar un parque, bordeando el río que nos lleva al hermoso puente de acceso a Ponferrada, que cruzamos. Comenzamos el ascenso a Toral de Merayo y Priaranza del Bierzo. Nos encontramos con varios barrizales, empeorados por la marcha BTT que se celebró ayer. Los caminos están peligrosos –sobre todo los descensos- y nuestras bicicletas además de elementos de patinaje se convierten en un amasijo de barro rojo. Tenemos que hacer frecuentes paradas para liberar frenos, ruedas y cambios y poder rodar… 
Bordeamos el rio y luego cruzamos la carretera CL 536 para comenzar una fuerte subida llena de piedras y con pendientes, a veces, imposibles para coronar al lado del Castillo de Cornatel. 
Desde el Castillo comienza una bajada impresionante que nos lleva hasta Borrenes, pasado el cual comenzamos una subida hasta las Médulas. 
Aquí nos acompaña otra vez el desagradable barro. El paisaje es impresionante. Subimos hasta 500 m. del mirador de Pedrices (¡no creí que subía tanto la pista marcada como camino de invierno!). A partir de aquí comienza un descenso bastante pronunciado que nos va llevando por la ladera de la montaña hasta Puente Domingo Florez. 
Aquí hay que lavar las bicis y quitarles el barro… pues a la tarde tienen que continuar para llevarnos al destino. Así lo hacemos y ya vamos a comer. Terminado el ágape cruzamos el río y por el margen derecho comenzamos los toboganes que nos van conduciendo por la comarca de Valdeorras. 
Vemos el río y la vía de tren bastante más abajo de lo que pensaba. Y yo que creía que iba bordeando el río… Así pasamos Pumares, Nogueira…. En Sobradelo nos cae el diluvio y tenemos que acogernos en los aleros de las casas. Están en fiestas. Una amable señora se empeña en que tenemos que probar sus roscas…
¡Que pena! Hemos comido tanto que no podemos satisfacer la solicitud de la vecina. Al cabo de un rato tenemos que continuar… Aun chispea un poco, pero ya no tanto y tenemos que llegar pronto a A Rúa. Pasamos Entoma y entramos en el Barco por la Calle Real donde viven mis amigos Hipólito y Mary. Llamo al timbre de su puerta y se llevan una alegría (no sabían de mi aventura). Quieren hacernos subir, que merendemos, que tomemos algo… Imposible. No nos cabe nada más… y debemos continuar. Nos despedimos y seguimos. En algunos puntos, entre las viñas, no es fácil encontrar las flechas. Además algún camino lo ha cerrado el dueño de la finca y nos lía un poco… pero acabamos encontrando salidas y así llegamos a A Rúa. ¡Por fin! A la ducha directamente y ya a cenar…
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