A pesar de que nos pronosticaban lluvia, hoy amanece radiante y se espera un buen día de camino. Después de desayunar nos disponemos a tomar nuestra ruta. Tomamos la N525 para retomar el camino una vez pasado el Polígono Industrial. El camino va por hermosas sendas y jugando, en un principio, con la N525, que vemos a nuestro lado. Pasando al lado de esa carretera, en el lugar de Taboada Vella, vemos a un hombre que nos hace señas para que vayamos a sellar a la capilla que vemos del otro lado de la carretera. Era el párroco. Así lo hacemos, sellando y admirando la hermosa capilla. El ya conocía a nuestro grupo porque nos estaba esperando y nos dijo. “sois los que venís desde Astorga” (tiene buenas fuentes de información). Por este tramo se cayó Jose, con la mala suerte de fracturar un dedo de la mano. Movilizadas las ayudas, entre ellas el amigo traumatólogo Juan Manuel, lo desplazan a Santiago. Hay que asegurarse. Seguimos el resto. Vemos las obras del AVE por aquí ya terminadas y que algunos caminos nos los complican un poco… Llegamos a Silleda y seguimos pasando por O Espiño y Chapa, siempre siguiendo los mojones del camino. Pasamos por A Gandareira y cruzamos el Ulla llegando a Ponte Ulla, donde tenemos el sitio de la comida. Comemos y al terminar de comer retomamos el camino. La carretera va sobrecargada de tráfico y el calor que hace nos lleva a aconsejar que los de carretera abandonen la idea y nos sigan. El camino es más agradable. Va discurriendo por sendas, a veces sombreadas y ligeras pendientes, pero siempre fuera del calor del asfalto y de la desagradable compañía de camiones, autobuses y coches… Pasamos por Outeiro, Rubial, Boqueixón y tomamos Santa Susana. Desde lo alto ya vemos la Berenguela y la Ciudad de la Cultura. Santiago está a tiro de piedra. Hemos quedado en vernos a la altura del Hipercor para entrar todos juntos a Santiago. Así lo hacemos desviándonos un poco del Camino Mozárabe de la Plata y hemos de esperar aún un buen rato que lleguen los de carretera, que lo hacen más sudorosos y cansados del tráfico, aunque tuvieron la buena ocurrencia de retomar el camino a la entrada de Santa Susana. ¡Como lo agradecieron! Ya todos juntos nos ponemos en formación de fila india para entrar en Santiago, haciéndolo por la Alameda y el Franco y desembocando en el Obradoiro donde nos dimos un abrazo e hicimos unas fotos. Se acababa nuestro periplo y una extraña pena nos inundaba junto con la alegría de haber cumplido nuestro objetivo, que aunque duro en algunos tramos, fuimos capaces de alcanzarlo. Buen Camino y agradable compañía… Ganas nos quedan de repetir la aventura… Otras aventuras.
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